"Alcohol Rub" (Continued...) / "Friega de alcohol" (Continuado...)

Like it or not, there are certain challenges that come from being an interracial couple.  When you grow up in different countries or even separate areas of the same country--when you come from two very distinct cultures--your view on things such as food, festivities, religion, healthcare (the list could go on and on) are different.  This can either be a source of dissonance and difficulty between you both or it can create beautiful harmony and texture within your marriage.

This is something Yunuen and I have often talked about.  Despite the fact that our upbringings were fairly similar (same religious beliefs, similar education, family values, etc.), she was reared in Mexico and I grew up in the United States.  We sometimes see things differently, and that is something we’ve had to learn to work with and accept as a unique part of our marriage.  Admittedly, some things have been more difficult to overcome while others have given us experiences to look back on and laugh. 

Take Yunuen's last post, for instance.  We were newlyweds living in Guadalajara, Mexico.  Still in that glorious yet awkward stage when you’re trying to feel each other out, not make any embarrassing noises or smells in bed at night, and generally trying to be on your very best of behavior.  Yunuen was such a wonderful new bride.  It was a dream come true to be married to such a beautiful person, and I looked forward to a lifetime full of love, laughter, and shared experiences.  Little did I know, a month into it she'd try to kill me.  (Play suspenseful "Who dunnit?" theme here.)

Before we go any further I want you all to know that Yuni would never intentionally try to harm me or anyone.  She is basically the reason why my children and I are alive today.  I don't know what I'd do without her.  She's our cool head, marriage councilor, accountant, doctor, logistics coordinator, provider of all basic needs, and all around "Swiss army knife" of awesomeness.  The reason why this particular story is so funny is because from that point on I've been the one almost killing us--not her.

Ok, back to the story.  One morning I woke up terribly ill.  My body was so hot I was sure the bed would spontaneously combust.  It also felt as if someone were sitting on my chest and poking me with an ice-pick every time I breathed.  It turned out it it was Yunuen.  (Just kidding.)  Later we found out it was pneumonia.  However, me being Mr. I-Don't-Need-No-Doctor-Cuz-I'm-a-Tough-Guy, I decided to just stay in bed and ride it out.  (Me: "I can't breathe! . . . Better go back to sleep.")

Yuni was so tender trying to help cool me down.  I remember her coming in with a rag and bowl reeking of alcohol.  An "alcohol rub" was the perfect home remedy to cure my plight.  Gently she washed my body then wrapped me in a few sheets like a big piece of gringo sushi.  She then covered me with a couple of blankets and said, "Now you just have to sweat it out.  Just sweeeeeeat it out."

I was delirious, weak, and rolled up tighter than a carne asada burrito from Beto's.  I felt the heat from my fever build up inside of me like a pressure cooker ready to burst.  Having seen many-an-episode of Bill Nye the Science Guy (Bill! Bill! Bill! Bill! Bill!), I knew the pressure would build until it finally pushed through the weakest structural point in my head.  Yes, my brain was going to blow out my eyes and all I could think about was boondoggle bracelets.  (Remember, I was delirious.)  Somehow I murmured something about exploding grey matter or giving up the ghost and Yunuen released me from my bondage.

Now, obviously I put more of a dramatic spin on the story because, let's face it, over-dramatics can be humorous.  However, what this experience did was show me how much Yunuen loves me.  Yes, the home remedy was different than anything I'd ever experienced, and no, it didn't work.  But that doesn't matter.  What matters is that Yunuen's mother would give her alcohol rubs because she loved and cared for her daughter.  Then, the first time I got sick after we'd been married, she did the same for me--not to make me feel uncomfortable or "like I was going to die," but because she loves me.

From that time there have been other moments when both of us have done things that has made the other scratch his/her head.  But that's ok.  Because even though we do things differently and we may view certain things in distinct ways, what matters most is we love each other.  We respect our differences and we've even adopted some of each others' "interesting" beliefs and behaviors.  Yunuen will take a pill if her headache is too strong and I'll let her smother VapoRub on my feet when I've got the sniffles.  It may not be what my mom did for me when I was sick as a child, but believe me when I say it's nice to crawl into bed smelling like eucalyptus . . . and not alcohol. 

*****************************************

Quieras o no, hay ciertos desafíos que existen entre las parejas interraciales.  Cuando uno se cría en diferente país o aun en áreas diferentes del mismo país—cuando dos personas son de dos culturas muy distintas—su punto de vista concerniente a la comida, días festivos, religión, cuidado sanitario, etc. suele ser diferente.

Yunuen y yo platicamos a menudo de esto.  A pesar de las semejanzas en nuestra formación (las mismas creencias religiosas, una educación similar, compartimos valores familiares, etc.) ella se crió en México y yo en Estados Unidos.  De vez en cuando vemos las cosas de distintas formas—algo que hemos tenido que aprender a superar y aceptar como una parte única de nuestro matrimonio.  Admito que algunas diferencias nos han resultado más desafiantes mientras otras al verlas en el retrovisor de la vida nos hacen reír. 

Usamos como ejemplo lo que contó Yunuen.  Éramos recién casados viviendo en Guadalajara, México.  Todavía estábamos en ese glorioso tiempo cuando una pareja está tratando de ajustarse a su nueva vida y evitar hacer ruidos y olores vergonzosos en la cama—en sí, tratando de portarse lo mejor que se puede.  Yunuen era una maravillosa esposa nueva.  Era un sueño cumplido estar casado con una persona tan bella y yo anhelaba vivir una vida llena de amor, risas y experiencias compartidas.  En ese entonces no sabía que después de un mes ella trataría de matarme.  (Tocar música de suspenso aquí.)

Ahora, antes de decir más quiero que sepan que Yuni jamás trataría intencionalmente de hacerme daño a mí o a otra persona.  Básicamente ella es la razón por la que mis hijos y yo seguimos vivos hoy día y no sé qué haría yo sin ella.  Ella es la que mantiene la calma, en nuestro consejero matrimonial, contadora, doctora, especialista de logística y, en términos generales, “estuche de monerías” de neta.  La razón por la que esta historia nos resulta tan chistosa es porque desde ese punto en adelante la persona que suele “casi matarnos” soy yo.

Bueno, regreso a la historia.  Una mañana desperté sintiéndome muy enfermo.  Sentía mi cuerpo tan caliente que estaba seguro que la cama se prendería en fuego.  También sentía como si alguien estuviera sentado sobre mi pecho y me apuñalaba con un picahielos cada vez que respiraba.  Esa persona, de hecho, era Yunuen.  (Es broma.)  Más adelante me diagnosticaron con una neumonía.  Sin embargo, yo era el típico-machista-no-tengo-que-ir-a-un-doctor, entonces decidí quedarme en la cama.  (Yo: “Híjole, ¡no puedo respirar! … Bueno, a dormir”.)

Yuni era tan tierna.  Me trataba de ayudar a bajar la fiebre.  Me acuerdo que entró al cuarto con un trapo y plato hondo que apestaba a alcohol.  Una “friega de alcohol” iba a ser el remedio casero perfecto para curarme.  Muy suavemente bañó todo mi cuerpo con el alcohol y después me envolvió en unas sábanas como un gran rollo de sushi a la gringuito.  Entonces, me cubrió con algunas cobijas y dijo, “Ahora sólo tienes que soltar la fiebre al sudaaaaaaar.  Soltaaaaaar la fiebre.”

Yo estaba delirando, débil y enrollado mejor que un burrito de carne asada de la taquería de Don Miguelito.  El calor de la fiebre empezó a aumentar como una olla de presión a punto de explotar.  Yo he visto muchos episodios del famoso Bill Nye, científico extraordinario (sus amigos hispanos le dicen “Memito”) y sabía que la presión subiría a tal punto que buscaría el punto estructural más débil de mi cabeza para aliviarse.  Neta.  O sea, mis ojos se iban a disparar de sus órbitas al momento que mi cerebro explotaba y lo único que se me venía a la mente era la cancioncita del Chavo del Ocho.  (Acuérdense, yo estaba delirando.)  Tras un esfuerzo súper humano le susurré algo a Yunuen acerca de materia gris explosiva o soltar el fantasma y ella me liberó de mis ataduras. 

Obviamente al contar esto le agrego más sabor porque, pues, es más chistoso así.  Sin embargo, esta experiencia sí me enseñó cuánto Yunuen me ama.  Claro, ese remedio casero era muy diferente de cualquier otra cosa que había experimentado yo y, siendo sincero, no me funcionó.  Pero, eso no importa.  Lo que importa es que la mamá de Yunuen le daba friegas de alcohol para mostrar su amor y cariño.  Así que, la primera vez que yo me enfermé después de casarnos, ella hizo lo mismo para mí—no porque quería hacerme sentir incómodo o “procurar acabar con mi vida,” sino para mostrarme su amor.

Desde ese entonces ha habido momentos cuando uno de nosotros dos ha hecho algo que ha dejado al otro rascándose la cabeza.  Pero, eso está bien.  A pesar de que a veces hacemos cosas de formas distintas y que quizás vemos cosas de puntos de vista diferentes, lo que más importa es que nos amamos.  Respetamos nuestras diferencias y hasta hemos adoptado algunas de las idiosincrasias del otro.  Ahora Yunuen tomará una pastilla si le duele mucho la cabeza y yo le dejo embarrar mis pies con VapoRub cuando ando resfriadito.  Tal vez no es igual a lo que hacía mi mamá cuando yo estaba enfermito de niño, pero créanme que es muy placentero irme a acostar oliendo a eucalipto … y no a alcohol.